jueves, 31 de marzo de 2011

Fantasía islámica de grandes artesanos

  • Arte
  • 31/03/11 - 14:17

Fantasía islámica de grandes artesanos

Una curadora del Metropolitan Museum of Art de Nueva York viajó a Marruecos y contrató a un grupo de artesanos para crear una nueva parte permanente de su colección.

POR RANDY KENNEDY - The New York Times

EN CONSTRUCCIÓN. En el marco de la ambiciosa reorganización de las galerías islámicas del Metropolitan Museum of Art, un equipo marroquí crea un patio medieval de estilo magrebí-andaluz.

EN CONSTRUCCIÓN. En el marco de la ambiciosa reorganización de las galerías islámicas del Metropolitan Museum of Art, un equipo marroquí crea un patio medieval de estilo magrebí-andaluz.
 
En la primavera de 2009 en un taller ubicado en un sótano de Fez, Marruecos, una joven curadora del Metropolitan Museum of Art de Nueva York se sentó entre un grupo de artesanos de mosaicos, molduras y ornamentación en madera del norte de África que llevaban siete generaciones en el oficio.

Le preguntó al máximo responsable de la compañía por qué el museo debería contar con ellos para una misión poco común.

El ejecutivo, Adil Naji, tomó la muñeca de uno de sus hermanos menores, Hisham. Le mostró a la curadora, Navina Haidar, los dedos encallecidos del hermano y exclamó: "¡Mire, esta es la mano de mi hermano!" Haidar recordó hace poco: "Fue un momento muy fuerte. Nos decidió, ya que comprobamos que tenía una relación muy estrecha con la tradición, y queríamos ver esa mano en nuestras paredes".

Ella y sus colegas habían viajado a Marruecos en busca de ayuda para un tipo de proyecto que el Metropolitan, que por lo general se inclina por el trabajo de artistas que ya murieron, aborda rara vez: instalar un grupo de artistas vivos en el interior del museo con el objeto de crear una nueva parte permanente de su colección.

El museo organiza una reformulación y reconstrucción de 50 millones de dólares de sus galerías de arte islámico. En el centro de esas galerías, que se abrirán al público en otoño luego de haber permanecido seis años cerradas, habrá un patio medieval de estilo magrebíandaluz.

Un grupo de prestigiosos artesanos marroquíes llegó al Met y, a partir de diciembre, trabajan, en ocasiones de túnica y fez rojo, en la construcción de esa fantasía islámica del siglo XIV, un patio cuyas baldosas tienen un diseño basado en las del palacio de la Alhambra de Granada. El patio está rodeado por paredes de fantástica argamasa filigranada que llevan a molduras de cedro tallado basadas en el famoso trabajo en madera de la madrasa ­o escuela islámica- de Attarin, en Fez, del siglo XIV.

El patio ha adquirido una importancia imprevista para el museo, para el reino de Marruecos y para una comunidad de académicos musulmanes y auspiciantes del Met. Todos esperan que funcione como símbolo de que el vínculo intelectual y estético entre el islam y Occidente sigue vivo.

"Cada una de estas personas sabe lo que esto significa", dijo Naji, que tiene treinta y cinco años y es el máximo responsable de Arabesque, una compañía de artesanos que fundó su bisabuelo en Fez en 1928.

El hermano de Naji, Hisham, de treinta y tres años, el de la mano encallecida y convincente, se encontraba de pie sobre un andamio cubierto de polvo de yeso. Más abajo, decenas de miles de piezas de mosaicos, muchas no más grandes que granos de arroz, cubrían un sector del piso. Estaban armadas boca abajo en un gran rectángulo que tenía el aspecto de un arenero atravesado por un laberinto de líneas enmarañadas. Las baldosas habían llegado de Fez, donde las piezas mayores se habían cocido en hornos alimentados con carozos de aceitunas y aserrín, tras lo cual se las había cortado en piezas separadas, tarea que habían tenido a su cargo treinta y cinco trabajadores durante un período de cuatro meses. Un especialista en ese tipo de complejo trabajo de mosaico, llamado zellij, colocó por fin las piezas en su lugar con pinzas.

En un lapso de dos meses fueron llegando catorce hombres marroquíes y, a pesar de padecer su primer invierno neoyorquino, se instalaron con comodidad en dos grandes casas de Jackson Heights, Queens.

Los marroquíes son, en esencia, historiadores vivientes que han preservado modelos y diseños mediante la práctica de generaciones. Sin embargo, nunca habían tenido un empleo que les exigiera ese nivel de perfección y atención histórica.

"Hemos sido clientes muy difíciles. Rechazamos dibujos una y otra vez", dijo Sheila R. Canby, que dirige el departamento islámico del Met. "No queríamos ninguna intrusión de interpretaciones modernas." Haidar agregó: "Nos decían: `Pero nuestros bisabuelos lo hacían de esta forma’, y nosotros contestábamos: `Los estamos haciendo retroceder aun más lejos en la historia.’" Para fines de febrero se había completado el trabajo de la pared de mosaicos, mientras que el fragante trabajo en madera estaba casi instalado. Antes de la inauguración, sin embargo, había que colocar una fuente autocirculante especialmente diseñada y bancos.

Mohammed Naji y otros siete moldeadores de yeso acababan de iniciar la parte más difícil del trabajo: tallar modelos entrelazados en la pared aun blanda; arabescos y otros diseños tan pequeños y complejos que a veces un hombre sólo puede terminar un cuadrado de diez centímetros en todo un día de trabajo.

Adil Naji estaba radiante, pero reconoció, mientras observaba cómo cobraba forma el monumental trabajo de la compañía, que había algo que lo preocupaba.

"Dos de mis hombres me dijeron que después de esto querían retirarse porque pensaban que ya no habría un siguiente trabajo superador", dijo. "Por las noches me despierto con el temor de que, cuando terminemos, todos van a dar un paso atrás para observarlo y luego colgarán sus herramientas para siempre."

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