jueves, 17 de marzo de 2011

ENERGÍA NUCLEAR, ¿AVANCE O RETROCESO?


ENERGÍA NUCLEAR, ¿AVANCE O RETROCESO?  

Laura Fdez-Montesinos Salamanca
      
 Los acuciantes debates que se están generando estos días con la cuestión de la seguridad en las centrales nucleares, parecen promovidos por la incongruencia e insensatez de quienes desvirtúan o recortan la información, ahí donde provoca polémica.   
      Somos una generación preocupada por un presente muy cercano, y por enriquecernos a base de barbarie e insolidaridad con el prójimo. Hemos creado una economía y una forma de vida decantada hacia la represión, sin que medie en nuestra codicia de desmedido ascenso por lograr una vida cómoda, fácil y llena de privilegios, la menor preocupación por cuidar la casa en la que vivimos, a nuestros congéneres, y a la tierra que nos acoge y alimenta.
      El debate político-económico y antisocial de las autoridades no tiene, en realidad, nada que ver con la crisis. Se trata de que se ha tenido que reconocer ¡Por fin! de que las centrales nucleares, a pesar de su producción "barata" no son seguras ni a corto ni a mediano, mucho menos a largo plazo. Si hoy día podemos vivir con la energía generada por medios tan peligrosos y artificiales como la nuclear, es porque cerramos los ojos al futuro. El problema no se centra en la seguridad con que trabajan las centrales, sino el depósito de los deshechos, que por más que insistan los pro-nucleares, son un peligro en potencia para la existencia de la vida terrestre a largo plazo.
      Los residuos radiactivos-basura son tan peligrosos y contaminantes, que han de encerrarse en cápsulas de acero y plomo y sumergirse en piscinas de refrigeración subterráneas. Estados Unidos tiene un cementerio nuclear a varios metros bajo tierra muy cerca de la frontera de México. Muchos países generadores, tienen severos problemas para instalar sus cementerios por la fuerte oposición de los pobladores, de ahí que las autoridades se hayan encargado de tratar de convencer a la opinión pública de la seguridad de estas instalaciones. Hasta hace pocos años, el grupo ecologista Greenpeace trataba de evitar que se lanzaran al mar los tanques de almacenamiento de residuos tóxicos, y con ello el colapso de la vida marina. Hoy día prácticamente todas las especies oceánicas están contaminadas con metales pesados, en una cantidad variable, según su capacidad de filtración. Y de ellos nos alimentamos.
      Los restos nucleares encapsulados y enterrados en piscinas o en cementerios bajo tierra, tardan cientos, incluso miles de años, en bajar el nivel de radiación que emiten. He ahí el peligro. Nadie conoce ni puede predecir la reacción tectónica en cualquier parte del planeta -no únicamente en lugares propensos- y por lo tanto, un fatal rompimiento de estos almacenes y de las cápsulas, como estamos viendo. Y mirando más al incierto futuro y la evolución natural, tampoco la clase de animales que surgirían, y el de generaciones humanas, que en vista de nuestra creciente desfachatez y villanía, cabe pensar que nos convirtiésemos en entes sin intelecto, mitómanos y autodestructivos. Todo esto sin contar con la posibilidad de accidentes -incluso ataques- como el de Chernóbil.
      Desde luego la cuestión estriba en la acumulación de riqueza, pues mucho más aprovechable y mejor que la nuclear, es la energía solar, eólica e hídrica. Sin embargo los intereses comerciales y financieros se empeñan en proveernos de sustancias por las que nos hacen pagar cantidades extraordinarias, a costa de la vida de muchos pueblos marginados y de abandonar las investigaciones en la rama de las energías limpias, por las que habría que pagar únicamente el coste inicial del aparato que las provee. La gratuidad no conviene ni a los gobiernos ni a los grandes consorcios capitalistas, que son quienes realmente manejan el mundo. 
       Un planeta limpio y seguro requiere de una sociedad solidaria y responsable que valore la honestidad de sus gobernantes por encima de su riqueza y comodidad.

NO A LAS ENERGÍAS CONTAMINANTES O PELIGROSAS. POR UN PLANETA LIMPIO Y SEGURO.          

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